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Mostrando entradas de marzo, 2018

SOMOS RELATO

Nuestra única verdad, la de cada uno de nosotros, esa que encontramos cuando dirigimos nuestra mirada ciega hacia el interior de nosotros mismos, es que estamos, no somos. Y nuestra alma en construcción se queja de esa verdad aunque no podamos hacer nada por ella, por el alma en crecimiento, salvo, por supuesto, ofrecerle nuestro relato. El único ser que somos mientras estamos es el relato propio, el que nos contamos a nosotros mismos a medida que olvidamos lo su cedido en cada poro de nuestra piel durante cada momento de lo vivido. Somos en el imaginado relato que, mientras estamos, narra las aventuras vividas por otro con nuestro nombre. No queremos saber que no podremos poner la palabra fin cuando el relato termine, aunque podamos imaginar una serie de finales que adornan, sin dilucidarlas, las aventuras y desventuras que componen el relato que no podemos narrar a nadie, que solo es escuchado por la voz incierta que nos habita y que parece jugar con nuestra p

PEQUEÑOS VIAJES A PIE II (en Estambul)

Las ciudades grandes, pequeñas, indígenas, hiperdesarrolladas, turísticas, marineras, orientales, subdesarrolladas, insulares, ofrecen tantas posibilidades de paseo como infinitos son sus matices, los que las unen y los que las desunen, dejando a un lado lo que hoy las uniformiza. Hoy quiero recordar aquí las ciudades del agua. Son tan variadas como pueden serlo Hong Kong, Venecia, Hangzhou, Guilin, Miami, Amsterdam, Rodas, Estocolmo, San Petersburgo, Reggio Calabria, Siracusa, Lyon, Colonia del Sacramento, Cartagena de Indias, Copacabana o Panamá, por solo citar algunas de entre las que he tenido la fortuna de visitar. Y una de ellas, quizá una de las ciudades más atractivas del mundo, es Estambul. Atractiva. No es la más bella, ni la más cuidada, ni la que mejor recrea su pasado ni configura su futuro, pero la suma de sus características sea posiblemente la más atractiva que existe: naturaleza, historia, culturas, desbordamiento, movimiento, juventud, tradición…

ARTE DEL SUEÑO

Solo el cine puede descubrir secretos sin palabras I. Bergman En este año recordamos que hace cincuenta que murió C. T. Dreyer y cien que nació Ingmar Bergman. Dos directores de cine cuyo recuerdo se hace necesario porque sus obras continúan vivificando la mirada, el pensamiento y las sensaciones del espectador, sin haber perdido en ningún momento su renovada capacidad de sugerencia cada vez que alguien se acerca a sus obras. Los traigo aquí juntos porque su enorme capacidad creativa los relaciona y porque el segundo, de alguna forma, se apoyó en el primero, aunque este artículo se va a centrar solo en uno de ellos. La poliédrica e intensa personalidad creativa de Ingmar Bergman merece ser celebrada tras un siglo de su inicio. Teatro, cine, escritura, siempre en busca, siempre al límite de lo humano, como la isla que eligió para vivir a partir de un momento crítico de su creatividad, como la introspección que realizó consigo mismo, como la generosidad con la qu